Decidir qué repertorio tocar con guitarra clásica es una decisión crucial en la carrera de un guitarrista. Mi decisión se antojaba incierta en un principio, pero después, me ha llevado a participar en un Festival Internacional de Guitarra o a ser seleccionada para formar parte de la programación de Ibermúsica 2024.
La cuestión se plantea alrededor de lo siguiente: las obras de los compositores fallecidos suelen ser más reconocidas por el público, mientras que trabajar junto a músicos vivos te ofrece un abanico muy amplio de posibilidades. Además, el proceso tiene diferentes formas de enfocarlo y está directamente relacionado con las experiencias profesionales que se van acumulando.
¿Música anterior al XX o música contemporánea?
Durante la etapa de estudiante es común montar y configurar programas de concierto que contengan la música de los compositores más conocidos. Lo que en los instrumentos de música clásica suele implicar que ya ha fallecido. De hecho, es frecuente encontrarse con las obras de Joaquín Rodrigo o Johann Sebastian Bach en un concierto de guitarra, independientemente de la etapa vital en la que se encuentre el intérprete. Tanto si el repertorio es de música contemporánea como si incluye piezas de otros periodos, suele haber pasado tiempo desde la muerte de su creador; es una circunstancia común a muchos instrumentos que sucede porque los programas consolidan las obras de tiempos pasados.
¿Cuántas veces se ha publicado en los medios de comunicación y se han escuchado las quejas en torno a la repetición de piezas que suenan una y otra vez en los auditorios? Infinitas.
Pero esto es algo que se va percibiendo con la edad y la asistencia a los conciertos. Por eso, cuando se llega a la etapa profesional, como intérprete, hay que decidir qué repertorio tocar con guitarra clásica. En mi caso, la balanza se inclinó por la nueva creación, por la selección de obras en las que pudiera participar con responsabilidad y así, implicarme en la ampliación y renovación del repertorio para guitarra.
Fue una decisión meditada de la que hoy día estoy plenamente convencida. Y una vez tomada, he ido buscando las personas adecuadas a mis preferencias musicales y mis objetivos profesionales: el camino me ha llevado a compositores impresionantes, entre los que se encuentran David del Puerto y Juan Erena, y a experiencias que han marcado un punto de inflexión en mi trayectoria musical, como formar parte de la programación musical de Ibermúsica en 2024.
De esta manera, lo que en un primer momento parecía arriesgado se ha convertido en un valor que me distingue del resto y me posiciona como renovadora. Creo que programar y grabar nuevas obras tiene un interés doble: documental e histórico.
Por otra parte, trabajar junto a la “mente creativa” de una obra es una gran experiencia: el intérprete pregunta mientras que el compositor asesora. Y en esto, internet y la tecnología han facilitado el proceso porque se puede colaborar con personas que están a muchos kilómetros de distancia: videollamadas y audios. Las posibilidades son infinitas. Mi proyecto Brisas, preludios y tientos para guitarra incluye la obra de David del Puerto y tardó tres años desde que surgió la idea hasta que se grabó el CD. Durante todo ese tiempo, David y yo tuvimos largas conversaciones, presenciales y virtuales, además de enviarle algunas grabaciones en las que estudiaba y le pedía asesoramiento para tocar determinados compases.